Fiduciam es una empresa joven y dinámica en la que la colaboración y el trabajo en equipo son la base de nuestra cultura. Casi de la noche a la mañana, el COVID-19 forzó al mundo a un estado de bloqueo total. Esto nos obligó a implementar rápidamente un modelo de teletrabajo para lidiar con esta situación sin precedentes sin perder la cultura colaborativa que nos caracteriza.
¿Cómo se produjo esta transición? Desde una perspectiva tecnológica, el cambio al teletrabajo no supuso esfuerzo puesto, que todos nuestros programas y bases de datos ya estaban “en la nube”. Sin embargo, no era solo nos teníamos que ocupar de la infraestructura operativa.
Siempre teniendo en cuenta lo importante que es asegurar el bienestar mental en momentos tan difíciles, organizamos diferentes actividades para mantener al equipo motivado y evitar el aburrimiento durante el confinamiento. Especialmente para aquellos compañeros que estaban viviendo solos o compartían apartamentos pequeños.
Intentamos mantener también nuestro tradicional Healthy Friday, pero en vez de pedir comida saludable cada viernes, hacíamos una sesión de estiramientos al terminar la jornada. Era muy divertido vernos a todos en ropa de deporte haciendo posturas de yoga. Estas sesiones dejaron de ser saludables cuando las reemplazamos por unas “cañas y tapas”.
Según iban pasando las semanas, nuevas ideas fueron apareciendo para mantener al equipo conectado, levantar la moral y pasar un buen rato. Creamos encuestas en las que todos podían votar y dejar comentarios motivadores como “quién era la estrella de rock de Fiduciam, el maestro de yoga o el mejor contando batallas”. Organizamos un Talent show, donde el quipo pudo demostrar sus talentos ocultos y las habilidades desarrolladas durante el confinamiento. Tuvimos también el Fiduciam People Quiz, donde cada uno envió una foto de sí mismo de bebé y los demás tenían que adivinar de quién se trataba.
En julio reabrimos la oficina, lo que nos dio la misma sensación que la vuelta al cole: una mezcla agridulce de ganas y preocupación por la salud de nuestros seres queridos. Supuso un esfuerzo importante por parte de todos para garantizar un entorno seguro. Una vez que esta inquietud inicial de regresar a la oficina se atenuó, poder volver a trabajar en un entorno de oficina fue un verdadero placer para muchos empleados.
Las medidas de seguridad que se implementaron incluyeron: una reconfiguración de la oficina asegurando el distanciamiento social con mamparas de metacrilato importadas desde España, gel desinfectante de manos colocados por toda la oficina, controles diarios de temperatura, etc. Como en casi todos los centros de trabajo, hemos tenido algún caso positivo aislado, pero gracias a nuestra política y al esfuerzo de todos, el virus no tuvo posibilidad de propagarse por el equipo.
Con todo esto, en seguida recuperamos los buenos hábitos de tomar algo juntos después de trabajar el viernes. Sin embargo, en vez de ir al pub de siempre, nos quedamos en la oficina para evitar riesgos de contagios. Hemos mantenido la nevera de la oficina llena de cerveza y vino y hasta tuvimos concurso de talla de calabazas y disfraces de Halloween.
Al estar ubicados en Oxford Circus, el punto más céntrico de Londres, hemos podido presenciar escenas surrealistas durante el último año: una Oxford Street totalmente desierta, la policía disparando botes de gas a los manifestantes negacionistas frente a nuestra oficina, la odisea para encontrar un sándwich a la hora de la comida, la adaptación de cada rincón como local al aire libre…. Gracias a las duras medidas que el gobierno ha adoptado y los programas de rastreo y vacunación, ya podemos ver cómo Londres empieza a recuperar su ajetreo habitual. Reflexionando sobre cómo los últimos 12 meses han afectado a Fiduciam, llegamos a la conclusión de que esta crisis ha unido más a nuestro equipo, gracias a su espíritu positivo y optimista. No ha sido un nada fácil, pero salimos más fuertes de lo que entramos.